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miércoles, 21 de noviembre de 2007

260 AÑOS DEL CORREO EN CHILE

Extractos del libro “260 años del Correo en Chile” publicado por la Empresa de Correos de Chile con motivo de celebrase el 260 aniversario de la fundación de ese servicio postal en el país.

Cuando se fundó Santiago, don Pedro de Valdivia tomó como espacio para la construcción de su casa, el solar que más tarde sería ocupado para levantar el edificio de Correos. Luego de la muerte del fundador, ocurrida en 1554, comenzó a ser usada como residencia de los gobernadores del Reino de Chile. En el cerro Santa Lucía había un fuerte, un cuartel y un polvorín. El fuerte, levantado por los españoles luego de la fundación de Santiago, fue construido probablemente, según cuenta Ruschenberg, “con el objeto de sofocar cualquiera insurrección o conmoción del pueblo que pudiera suscitarse. Desde la cumbre del cerro el espectador ve a sus pies extenderse la ciudad de Santiago y sus suburbios como un plano en que se ostentan, de un solo golpe de vista, las calles, las quintas y jardines de los alrededores. No hay casa que no tenga su jardín y por este motivo la ciudad se extiende sobre un terreno mucho mayor del que abarcaría una ciudad de igual población (no sube de cuarenta mil almas) en nuestro país”.

El gobernador Ortiz de Rozas nombró a don Ignacio de los Olivos, quien era tesorero de la Diputación de Comercio, como Teniente del Correo Mayor. El “adelantado” Ignacio de los Olivos se convierte así en el fundador del Correo de Chile, independiente del Correo de Lima, en el año 1747. Pero fue en el año 1762, cuando se produjo el nombramiento de don Jerónimo de Grimaldi como “Superintendente General de Correos”, que los servicios postales del Reyno se organizaron, reglamentándose los oficios de administradores, interventores, oficiales, carteros, guardias, postas, mozos y postillones,
Los buzones en Santiago y Valparaíso aparecieron en el año 1853, cuando el servicio de transporte y de correos se encontraba organizado con líneas hacia el norte y sur del país. El buen resultado de los buzones se pudo apreciar especialmente entre la capital y el puerto, ya que resultaba mucho más fácil enviar una carta desde puntos apartados de la ciudad sin tener que acercarse a la oficina principal tan alejada de sus viviendas, y mucho más económico que utilizar un mensajero especial. Este servicio apareció también en la misma época en la ciudad de Concepción, ya que en octubre del mismo año corrían las primeras diligencias para el servicio dentro de la ciudad y también para Talcahuano.
Trece años después de la creación de la estampilla, en 1853, Chile puso en circulación su primer sello postal. Éste llevaba la efigie de Colón con un porte de 5 centavos. Las estampillas fueron grabadas en Londres por Perkins Bacon y Co. Las primeras emisiones de los sellos se cortaban con tijera ya que venían sin dentar. En 1854, los sellos comenzaron a fabricarse en Chile por el impresor Gillet, quien usó las planchas inglesas originales. La imagen de Cristóbal Colón fue elegida como figura única de los sellos postales chilenos y se mantuvo vigente durante más de medio siglo. Los primeros 80 sellos de cinco centavos fueron destinados por la administración de correos al franqueo de una circular emitida a las oficinas postales para enseñar a los funcionarios acerca de su uso. A pesar de esta verdadera campaña comunicacional de la época, el tráfico postal disminuyó en gran medida, en un comienzo debido a la confusión de empleados y usuarios con el antiguo sistema en donde el pago del envío debía solventarlo el receptor de la correspondencia, escrito a mano en la cubierta del sobre.
En febrero de 1933, se decretó la concentración de labores de la Dirección General de Correos con la de Telégrafos, y así se creó la Dirección General de Correos y Telégrafos. En 1964, es elegido Presidente don Eduardo Frei Montalva y es designado como director del servicio de Correos y Telégrafos don Mario Parada Cobo. Su programa materializó las observaciones de Babin, entre las que se contaba la creación de una central clasificadora de correspondencia, además de otras sugerencias que aportó el ingeniero polaco —especialista en telecomunicaciones— Zigmunt Rafalowicz. Por entonces, el desarrollo de las telecomunicaciones fue el área preferencial de la modernización. Por ley, se había entregado al servicio de correos el monopolio de la explotación del sistema Télex, y se aseguraba a este campo el contar con los recursos necesarios. En 1970, la Red Télex Nacional contaba con 14 centrales en el país, las que servían a 20 ciudades, y 42 líneas de enlaces internacionales, vía satélite, que permitían circuitos directos con cinco países de Europa y América, haciendo posible que Chile estuviera comunicado con todo el mundo.

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